20/01/2023
Hay esperanzas
Vuelvo a estos espacios en blanco. Hacía mucho que no pasaba por aquí. Estoy practicando eso de que: “Si tus palabras no son más interesantes que el SILENCIO, es mejor mantenerse callado” He regresado de un viaje por la vieja Italia, justo en un momento histórico para los católicos.
Aproveché el tiempo para viajar a lugares donde no van los turistas. Por ejemplo, al sur, a Calabria, hasta Cosenza, el enclave donde se dice que está la tumba del rey Alarico.
La leyenda dice que el rey visigodo Alarico I fue enterrado en algún lugar cerca de la confluencia de dos ríos, el Cratis y el Busento, en la localidad de Cosenza –la antigua Cosentia romana, en la provincia de Calabria, al sur de Italia–, con un tesoro compuesto por toneladas de oro y plata que los visigodos se habían traído del asedio a Roma.
Me gusta, de vez en cuando, seguir las huellas de la historia, y esa era una buena oportunidad para hacerlo. La tumba se sigue buscando entre las brumas de la leyenda, pero Alarico sigue guardando su secreto y el tesoro que le acompaña.
Seguí viaje, hacia la costa y allí, muy cerca de Cosenza, me encontré con algo que me llamo la atención.
El lugar: Amantea; un pueblo costero con un casco antiguo impresionante. Hasta hace muy poco abandonado, lleno de impresionantes casas, muchas de ellas desamparadas, sucias, mal cuidadas. Pero, mientras caminaba, cuesta arriba, visitando sus calles, surgió la ¡sorpresa! Nos encontramos con un grupo de jóvenes, me llamo la atención el brillo que tenían sus miradas. Habían formado una asociación que se llama: PRO LOCO AMANTEA.
Estaban afanados en organizar una cabalgata de Epifanía. Engalanaban, limpiaban, organizaban las calles para el acto que iban a realizar al día siguiente. Un Belén viviente, con caballos, reyes y multitud de voluntarios para llenar de vida ese espacio, casi olvidado. No pude quedarme a verlo, vivirlo, tenía billete de vuelta a casa y no podía retrasarme. Pero ellos prometieron enviarme un video para que pudiera ver su trabajo.
Una obra que volvió a dar vida a aquellas callejas y casas históricas, que les devolvió su espíritu y que llevó ilusión, al menos un poco, para todos los habitantes de la región que se acercaron hasta ese olvidado lugar para verlo y festejarlo. Me di cuenta entonces que: gracias a PRO LOCO,” esos locos de atar”: había esperanza. Jóvenes que, además de las pantallas que los atenazan, sabían organizar y, llenar de ilusión y de vida a sus semejantes, despertando la historia y a todo un pueblo, toda una región, casi olvidada por los políticos. Entonces, ante aquellos muchachos me di cuenta: ¡Hay esperanzas!.
Ojalá haya muchos jóvenes como ellos. Esos que se apartan, por un momento, de la trampa de los móviles, de las redes sociales, de la soledad de las pantallas, para lanzarse de lleno a la calle, a la vida, para compartir, organizar, mover y, llenar con su energía todo un pueblo, toda una región, de ilusiones.
Las calles del viejo casco de Amantea, otrora casi olvidadas, volvían a llenarse de luz, de vida. Y todo, gracias a esos” benditos locos “de PRO LOCO AMANTEA. Para ellos, mi abrazo y, el deseo de que sigan llenando, con su ilusión de vida, a sus semejantes. Ojalá podamos volver a vernos y a abrazarnos. Y para todos vosotros, los que seguís en éste espacio, mis mejores deseos para el nuevo año recién comenzado.
Nos seguimos encontrando en el “ESPACIO EN BLANCO”
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