La primavera loca llegó y, seguimos inmersos en los debates políticos, en la necesidad de vacunar, en la falta de medios para hacerlo y cultivando la paciencia. ¡Cuánta paciencia!.

Seguimos igual que hace meses, cual día de la marmota, esperando un rayo de esperanza para, volver a la normalidad. Es la segunda semana santa confinados, sin celebraciones, sin poder, casi ni movernos de nuestra comunidad.

Y, mientras podemos viajar al extranjero, no podemos visitar a los nuestros de otras comunidades. Eso sí, si hacemos escala en Paris o Londres, podremos llegar a cualquier parte de España sin problemas. ¿Misterios de la vida, de la política o de qué se yo? Son tiempos para hacer ejercicios de comprensión. Porque, a veces, no hay quien lo entienda.

Y si voy al campo, y estoy solo, ¿he de llevar la mascarilla puesta? sin humanos a la vista, más que los pajaritos y animales del bosque rodeándome. Lo ponen difícil.

Pero bueno, habrá que seguir teniendo paciencia, confianza y, manteniendo la salud mental, que ya empieza a flaquear, después de tanto tiempo de incongruencias y demás historias. Y si las vacunas son la solución al problema que nos acucia, digo yo, ¿por qué no liberan la patente y nos liamos a fabricarla en los laboratorios de todo el mundo para darnos más prisa?.

El otro día, me escribió un “hermanito de Senegal”, con unos treinta y tantos años, todo contento diciendo:¡Ya me han vacunado!. ¿En Senegal? En el África olvidada, ya han vacunado y nosotros, en la Europa avanzada, ¿aun andamos así? No hay quien que lo entienda. Pero doctores tiene la iglesia y será por algo. Digo yo. Prefiero no pensar mucho sobre ello.

Me pondré la mascarilla y me iré a pasear por el campo, solo, con la compañía de los animalitos, que despiertan del invierno y se concitan para celebrar la nueva vida. Y seguiremos cultivando la paciencia, a la espera de nuevas y buenas noticias para todos.

A la espera, de que al menos, nos dejen vivir, en el verano, con cierta normalidad para poder dar todos los abrazos y besos, que tenemos en la despensa, a los nuestros. Aunque a éste paso...