Después de caminar un rato por ese “Espacio en blanco”, aquí regresamos de nuevo. Seguimos, transitando, entre las brumas de este invierno adelantado que, nos ha tocado vivir. Y los tiempos, parece, que llegan con esperanzas. Eso al menos nos anuncian. ¡Las vacunas llegan! Y parece que, con ellas, la promesa del final de esta pesadilla de pandemia.

Y se amplifica la polémica. ¿Vacunarse, no vacunarse? No voy a entrar en ello, cada cual que haga lo que sienta, desee, crea. Pero que nos dejen vivir...

Son muchas las personas a las que la angustia les está robando sueños, se ha creado un estado de desesperanza que debemos de abandonar cuanto antes. Ya ha habido otras pandemias en el mundo. Ésta, nos ha tocado a nosotros, como una oportunidad para gestionarla a nivel personal, tratando de aprender y “echando pa lante” con ganas, sin dejarnos vencer por los miedos, ni por las desesperanzas.

Y con vacunas o sin ellas, el sol, ese que está por encima de nosotros, de nuestras miserias, leyes, políticos, está a punto de renacer de nuevo por estos confines nuestros, y con él, la promesa de un nuevo tiempo.

Las luces, esas que son de neón, ya se han encendido en las ciudades de nuestro mundo y, aunque sean artificiales, son el símbolo de que la luz renace de nuevo, con nuevas promesas de hacernos ver la realidad. Lo que es verdad, lo esencial, está a punto de mostrase de nuevo.

Solo hay que abrir los ojos, dejar de ver las pantallas que nos tienen cautivados y observar, alrededor, en nosotros y, ver, sentir, que ya llega… un nuevo tiempo, la luz. Depende de nosotros, de ti.

Mientras a cumplir las normas, a protegernos, a proteger a los nuestros y a alimentar la esperanza. Pronto celebraremos la vida que renace. Si queremos. Esa es la mejor vacuna… Y esa nunca falla, llega cada año, por encima de todo y de todos. Feliz renacimiento de la luz. Del Cristo. Feliz navidad.