20/04/2019
Notre Dame
Mucho se ha hablado en estos días de nuestra Madre. Olvidada estaba, a pesar de los millones de visitas anuales. Muchas cosas se han contado, en estos días, sobre el suceso. Profecías que se cumplen, supuestos atentados, maldiciones. Uno no sabe la verdad en mitad de tantos rumores. Lo que parece que se olvida es, que casi al mismo tiempo, se incendiaba la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén.
La Explanada de las Mezquitas, tercer lugar santo del islam, se encuentra en la Ciudad Vieja en Jerusalén Este, parte palestina de la ciudad conquistada y anexionada por Israel en 1967. El sitio es igualmente el lugar más sagrado del judaísmo, que lo venera con el nombre del Monte del Templo.
Algunos de los símbolos más importantes de las religiones del mundo, ardían. Fuego purificador dicen. Fuego del que renacerán de sus cenizas. La Madre, nuestra Madre, se manifestaba, en medio de la conmoción mundial. ¿Será un aviso? Un hecho que encierra muchas más señales de las que ahora, parece que, podemos comprender.
Nuestro mundo está lleno de ellas. Tras la realidad que se muestra, existen otras razones ocultas que están impulsando el mundo. Solo aquel que tiene ojos para ver y oídos para escuchar, podrá comprenderlas. Me pongo a ello, abro los ojos y los oídos para tratar de comprender.
Ojala lo haga, lo hagamos todos. Ver tras el velo de lo escondido para entender, comprender nuestra realidad. Mientras me quedo con el mensaje de la Madre. Y con la solidaridad y el dolor de todos, tras el fuego de ese símbolo mágico del catolicismo.
Sin olvidar que éste, es el tiempo del renacimiento del Jesús de Nazaret. De la primavera. Seguimos camino en medio de esta Semana Santa llena de fríos, lluvias y convulsiones. Tiempo de renacimientos. Así sea.
Feliz semana
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