17/11/2018

La Gomera. La isla de los tesoros

Acabamos de regresar de la Gomera. No la conocíamos, era la isla que nos quedaba por visitar de esas islas afortunadas. Nos habían dicho que era mágica y, es más que eso... Como les decía a nuestros anfitriones: "He visitado muchas islas y, no tengo ningún interés en conocer más playas, riscos o paisajes". Me equivocaba. Solo por conocer el bosque de Laurisilva del parque de Garajonay ya merece la pena el viaje.

Esto dice la información turística de la isla: "Garajonay y sus bosques de Laurisilva legendarios. El gran tesoro natural de La Gomera son sus bosques de árboles semejantes al laurel, frondosos y de un verde intenso, que coronan el escarpado centro de la isla. La Laurisilva, abundante hace millones de años, se encuentra ahora en muy pocos lugares del mundo. Uno de ellos es las Islas Canarias. Y su mejor representación está protegida dentro de las casi 4.000 hectáreas de barrancos con arroyos y lomos escarpados del Parque Nacional de Garajonay, un lugar donde la naturaleza sigue reinando."

Qué razón tienen. Pasear por las sendas del bosque, con la luz del sol filtrada por las ramas de la Laurisilva es algo único. Estremecedor.

Por poca sensibilidad que tengas, te das cuenta de que estas en medio de la naturaleza tal y como era hace más de 30 millones de años. Te susurran los arroyos, te hablan los troncos e incluso, sientes los ecos de los habitantes invisibles del bosque, que son muchos y variados. Y como premio, te sientes invadido por el SILENCIO. Algo que nos ha robado en nuestro mundo.

Pero no tienen del todo la razón las informaciones de turismo de la isla. No solo Garajonay es el tesoro de la isla. También lo es la visión del padre Teide a lo lejos... y además: Sus habitantes. Los que aun silban, los que serpentean sus carreteras, los que aun trabajan la tierra y pastorean los rebaños. Y sobre todo: Carlos, Mónica y su hijo, el gran Sito Simancas, el insigne Isidro Ortiz, el maestro del silbo y, muchos más con los que nos cruzamos.

Hemos de dar las gracias. Gracias también a los chicharreros que vinieron desde la otra isla cargados de conocimientos e incluso, con una tarta, de la Tarteria de Tenerife, para celebrar la ocasión. Sin olvidar a las autoridades que nos invitaron a ésta aventura. El Pte. del cabildo y su equipo.

Ya no me interesan tanto los paisajes de los lugares, me interesan más las almas de los pobladores, esas que acompañan, dan calor y cariño. Y todos vosotros lo habéis hecho, nos habéis enseñado una isla llena de tesoros y, a la vez nos habéis alimentado el alma con vuestra presencia. Hemos conocido, gracias a vosotros, secretos de los que se ven y se sienten. Gracias. ¡Gracias, hemos dejado un pedazo de nuestra alma en la isla y, algún día hemos de volver para recogerla! ¡Gracias familia gomera! El viaje continua.

Feliz semana

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