¡Qué lección hemos recibido, esta semana pasada, de la familia de ese pececito que ya nada en el cielo! En medio de su dolor, inimaginable para los que somos padres, en vez de invocar al odio, a los malos sentimientos hacia la bruja, nos decían que nos quedáramos con la marea de solidaridad, de cariño, de amor, que se había despertado en todo el país por su hijo.

La bruja del cuento ya había desaparecido y nos animaban a quedarnos con las cosas buenas. ¡Vaya lección! Hoy solo quiero, con estas líneas, agradeceros esos gestos, vuestras palabras, vuestra actitud y el ejemplo que habéis dado a todos. ¡Gracias!

Ya se han dicho muchas cosas sobre vosotros, sobre vuestro caso, malas y buenas.

Yo, nosotros, solo queremos desearos que la vida, Dios, os llene de luz, de, ese amor que desprendéis, siempre. Y, que a partir de ahora, cuando todo se olvide, las cosas sean fáciles para vosotros. Que tengáis una existencia plena, llena de bendiciones. Os lo merecéis. Que el pececito, que ya nada en su mar de amor, allá en el cielo, os siga iluminado y llenando de ternuras y cariño. Gracias a él y a vosotros.

Una vez, el mundo nos sorprende. En medio del horror más atroz, unos seres humanos, sacan lo mejor de nuestra especie. Algo muy olvidado en nuestro mundo. Eso hace que aún, tengamos esperanzas.